Sexto vídeo de Planned Parenthood: ‘Extraíamos los órganos sin permiso de las madres’

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pp Holly O’ Donnell trabajó en las clínicas abortistas de Planned Parenthood y ahora relata cómo se vendían los órganos de los fetos abortados sin que las pacientes lo supieran.  La principal misión de Holly O’ Donnell en las clínicas abortistas era conseguir que las madres, antes de abortar, dieran su consentimiento para que los órganos de sus hijos abortados fueran «donados» a la ciencia. Si las madres se resistían, se las presionaba. Si finalmente se negaban, se extraían igualmente los órganos durante el aborto sin que la madre lo supiera. «No lo sabían, no podían saberlo», cuenta esta ex trabajadora de StemExpress, una empresa intermediaria que compra a la multinacional abortista Planned Parenthood órganos y tejidos de los fetos abortados en sus clínicas para luego venderlos a centros de invetigación o universidades.  Para los trabajadores de StemExpress, conseguir el permiso materno para extraer los órganos «no era una opción, sino una obligación», tal y como relata 0′ Donnell en un vídeo publicado por la asociación pro-vida Centro para el Progreso Médico. El sexto vídeo de una serie titulada «Capital Humano» que incluye grabaciones en las que, gracias a cámaras ocultas, los directivos de la multinacional abortista Planned Parenthood reconocen que hacen negocio con el tráfico de seres humanos: venden los órganos de los fetos abortados e incluso modifican el procedimiento del aborto y dejan al bebé nacer vivo para asesinarle después, ya que así los órganos que se obtienen son de mejor calidad. Holly O’ Donnell participó en este siniestro negocio sin saber dónde se metía en un principio. Ella estaba encargada de ir a las clínicas abortistas para supervisar los órganos y las intervenciones, con el objetivo de asegurarse de que «los especímenes» que serían más tarde vendidos fueran de calidad. Planned Parenthood le facilitaba las citas previstas y los datos de las pacientes con el fin de que «estos recolectores de órganos» supieran qué días debían ir para obtener mejores especímenes. Incluso tenían una lista con los órganos, clasificados por categorías. En la categoría A se encuentran, por ejemplo, el cerebro, el corazón y los pulmones: «Se trata de aprovechar las oportunidades», relata O’ Donnell, «desde las clínicas te dan un impreso donde está todo sobre ese día: quién viene para una ecografía, quién viene para un aborto, si es un aborto tardío», explica Holly. Los abortos tardíos son especialmente importantes para estas empresas, ya que los órganos de los fetos en una etapa más desarrollada de la gestación están más cotizados en este siniestro mercado. Y por supuesto, cada mujer que llega a Planned Parenthood, aunque sea para realizarse un test de embarazo, es un potencial elemento del negocio del tráfico de órganos. «Los tests de embarazo son embarazos potenciales, y por tanto potenciales ´muestras´«, relata la ex trabajadora en la grabación, al borde de las lágrimas al recordar la frialdad de los médicos con los que trabajaba. «La mujer con la que trabajaba era muy fría», recuerda O’ Donnell, «y yo no podía entender cómo no le importaban la tristeza de las chicas que iban allí, a veces en las clínicas se oían llantos y gritos».  

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