El Papa anima a proteger la vida con coraje y amor, «siempre con el estilo de la cercanía», en todas las fases de la misma

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Francisco

Con estas palabras el Papa Francisco recalcó ayer viernes la consideración de la Iglesia por la vida humana. Al recibir en audiencia a los representantes del Movimiento por la Vida, guiados por Carlo Casini, el Papa les agradeció por su servicio, exhortándoles a proteger la vida “con coraje y amor en todas sus fases”.

La línea de pensamiento se desarrolló a partir de la perspectiva más querida por el Papa: si se considera la vida como algo que se consume, será también algo que antes o después se puede eliminar, comenzado por el aborto. Si se considera a la vida por lo que es en verdad – un don de Dios –entonces se está ante un bien precioso e intangible, que hay que proteger con todos los medios y no descartar. En su discurso el Papa dio voz a las páginas de la Evangelii Gaudium, entrelazándolas con la convicción fundamental que el magisterio de los Papas repite desde tiempo inmemorial:

“La vida humana es sagrada e inviolable. Todo derecho civil se apoya en el reconocimiento del primer y fundamental derecho, aquel a la vida (…) Hoy debemos decir ‘no a una economía de la exclusión y de la iniquidad’. Esta economía mata… Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo; un bien de consumo que se puede usar y luego desechar. Hemos dado inicio a aquella cultura del ‘descarte’ que, incluso, es promovida’. Y de esta manera es descartada también la vida”.

Entre economía y moral, constató el Obispo de Roma, hoy en día existe un “divorcio”, la balanza se inclina del lado de “un mercado provisto de toda novedad tecnológica”, mientras que casi en un rincón han ido a parar las “normas éticas elementales” de una “naturaleza humana siempre más descuidada”: “Por lo tanto es necesario subrayar la más firme oposición a todo directo atentado a la vida, especialmente inocente e indefensa, y el por nacer en el vientre materno es el inocente por antonomasia. Recordemos las palabras del Concilio Vaticano II: ‘La vida, una vez concebida, debe ser protegida con el máximo cuidado; el aborto y el infanticidio son delitos abominables’”.

A este punto, entre los aplausos de los 500 presentes y la bulla de tantos niños pequeños en brazos de sus padres “pensé que había entrado en un Kindergarten”, había bromeado llegando a la Sala Clementina – Francisco contó un historia que experimentó hace años, encontrando a algunos médicos: “Uno me llamó aparte. Tenía un paquete y me dijo: ‘Padre, quiero dejarle esto. Estos son los instrumentos que he usado para hacer abortar. He encontrado al Señor, me he arrepentido, y ahora ¡lucho por la vida!’. Me entregó todos esos instrumentos. ¡Recen por ese hombre bueno!”.

Al Movimiento por la Vida, a quien gestiona los centros de Ayuda y a quien desde hace tanto tiempo apoya el proyecto “Uno de Nosotros” para la tutela del embrión humano llegó un caluroso “gracias” del Papa. El suyo, les dijo, es un comportamiento cristiano, que tiene el deber de dar testimonio ya sea promoviendo, que defendiendo “la vida humana desde su concepción ”: “Proteger la vida con coraje y amor en todas sus fases. Los aliento a hacerlo siempre con el estilo de la cercanía, de la proximidad: que toda mujer se sienta considerada como persona, escuchada, acogida, acompañada. Hemos hablado de los niños: ¡hay tantos aquí! Pero quisiera hablar también de los abuelos, ¡la otra parte de la vida! Porque también nosotros debemos preocuparnos de los abuelos, porque los niños y abuelos son la esperanza”.

Fuente: Radio Vaticana

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