Virgen de las Huertas

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Huertas Sevilla

Un manuscrito del siglo XVIII narra la aparición de la Virgen de las Huertas, cuya imagen y devoción se encuentra en la Puebla de los Infantes, tierra antigua de reconquista y repoblación. En esas tierras, caballeros cristianos se guerrearon con los musulmanes durante muchos años, finalmente venciendo, aunque no sin anécdotas que contar por el camino.

Cuenta el manuscrito, que unos caballeros cristianos se encontraban en tierras aún disputadas, y que cargaban con ellos una talla de la Virgen con su hijo, la cual se esforzaban por esconder de los moros, sabiendo el daño que solían causarle a las imágenes de María Santísima y Nuestro Señor.

Cruzando unas huertas, los caballeros divisaron un grupo de musulmanes, por lo que buscaron desesperados un lugar donde esconder la imagen de la Virgen. Angustiados por no encontrar un lugar propicio y acechados por todas partes por los moros, un árbol abrió su tronco de manera milagrosa, y en él colocaron la estatuilla de la Madre de Dios. Una vez colocada, el tronco se volvió a cerrar, quedando a salvo de los invasores.

Tiempo después, un labrador se encontraba trabajando en esa huerta, cuando una ángel se le apareció y le dijo:

«En esta huerta hallarás todo lo que tú deseas y en lo secreto de un árbol reside tu amada prenda.»

Según la crónica, el ángel puso la mano sobre el tronco del árbol, el cual se dividió inmediatamente y dentro suyo se reveló la imagen de la Virgen.

El texto continúa diciendo:

«Dios te salve Virgen Madre y Señora de las Huertas, como en los Cantares dice el Esposo con destreza: Ven Esposa muy amada a habitar en esta huerta, así esta Imagen sagrada descubierta ya se queda y manifiesta a este pueblo que gustoso la venera como huerto bien cerrado y fuente que ya se sella y pozo de vivas aguas saltando a la vida Eterna.

… los ángeles no cesan de cantar alegremente diciendo: pues se nos llevan de la huerta a nuestra amada sigamos hasta que vuelva.

No te acobardes aunque mucha sea tu pobreza, dad principio, que el Señor vuelve las cosas adversas.

Entre cristales está esta Virgen de pureza a quien todos los vecinos se acogen en sus miserias, confiados de que siempre el socorro les franquea.»

 

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